El orégano Carmencita llega a nuestra fábrica desde muy lejos. Desde Bolivia.
Antes de que tú lo espolvorees sobre una pizza o una salsa casera, nuestro orégano ha atravesado el océano con las maletas cargadas de historias. Historias de esas que son capaces de contribuir a que la esencia de esta planta sea aún más intensa.
Desde que se siembra cada semilla hasta que el orégano está listo para cosechar, crece a 3000 metros de altitud, en pleno corazón de los Andes Bolivianos. En una región que reúne las mejores condiciones para que el orégano respire un aire lleno de pureza: sin pesticidas y alejado de insectos.
Estas condiciones óptimas influyen directamente en su ciclo vital y nos proporcionan una materia prima de un inimitable color, aroma y sabor.
Sobrevolar las verdes plantaciones de orégano es siempre un espectáculo que aviva el alma. Es inevitable que quien contemple estos campos de cultivo desde el cielo no intuya que entre estas plantas se esconden muchas de esas historias de las que hablábamos antes.
Y, en realidad, así es. Porque familias enteras se esfuerzan a diario para ganarse la vida en estos cultivos. Personas humildes que trabajan duro, pero con entusiasmo. Porque el cultivo de orégano no solo significa un proyecto familiar en el que sustentar su presente. También es un propósito común con el que perfilan y dan forma a su futuro y al de sus hijos.
A través de una cooperativa se agrupan 2500 de estas familias. Un lazo productivo poderoso que, junto con la aplicación de procesos orgánicos que respetan el medioambiente, convierte el cultivo del orégano en un sistema de manufactura que cumple con los estándares de calidad que exige Carmencita.
Con el fin de verificar el cumplimiento de estos estándares, nuestros compañeros de Carmencita viajan a Bolivia para comprobar la trazabilidad de todo el proceso productivo. La presencia de estos profesionales garantiza que las condiciones de cultivo, conservación, almacenado y transporte son las que esta materia prima necesita para llegar a España manteniendo todas sus propiedades desde el origen.
Da igual que nuestro orégano llegue a tu mesa en un tarro de cristal, en un molinillo o como un ingrediente más de una mezcla de especias. En todas y cada una de sus pequeñas hojas descubrirás un aroma peculiar, muy acentuado. Un sabor inconfundible, con tonos muy marcados. Y una calidad, fruto del esfuerzo de muchas personas y profesionales que siempre trabajan con una única intención: conquistarte, para que seas tú quien conquistes a los tuyos con tus platos.