La pimienta blanca se obtiene dejando los granos de pimienta recogidos muy maduros y remojados en agua para separar su piel. Una vez secados, su sabor es más delicado y su aroma leñoso, a resina o establo es más profundo que el de la pimienta negra y su sabor menos picante.
Su color blanco y su aroma es ideal para aliñar bechamel, salsas, pasta, carne, pescado y aves. Su versatilidad es infinita: en unión con la sal, es perfecta para una pasta, unas lentejas, un huevo frito, una ensalada, un sándwich de atún o un Bloody Mary.
Perfecta para aromatizar salsas a base de nata o queso, patatas hervidas y encurtidos.
Por su aroma dulce y suave se presta bien a las combinaciones originales, por ejemplo, un fresco postre de fresas o con tofu. Combina mejor con sabores agridulces por su aroma menos penetrante que la negra, por lo que es muy apreciada en la cocina china.
¿Sabías que las bayas de pimienta blanca, molidas en forma gruesa junto con las de pimienta negra, es una mezcla muy utilizada en la cocina francesa, llamada `mignonette´?